miércoles, 21 de octubre de 2015

INICIACIÓN A LA TEOLOGÍA

INICIACIÓN A LA PRACTICA DE LA TEOLOGÍA

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TEOLOGÍA SISTEMATICA

EL MÉTODO TEOLÓGICO. Si se quiere hacer teología bíblica, habrá que apreciar los dos términos: "teología" y "bíblica". El primero indica la comprensión crítica de la fe como se contiene en la Biblia; el segundo, el ámbito de la revelación contenida en los libros sagrados. La categoría de la "historia" no ha de separarse de la "teología", como ocurrió en la metodología histórico-religiosa; pero tampoco la teología se ha de separar de la historia, como ha sucedido en la teología kerigmática más radical.
De estas premisas generales pasamos a exponer los contenidos del método teológico. La fe teológica presupone: la revelación de Dios en la historia, que ha tenido su culminación y cumplimiento en Cristo, Verbo encarnado; la inspiración de la Sagrada Escritura, que abarca el canon; la relación de la literatura bíblica con la historia de la salvación allí narrada e interpretada; en la interpretación, el círculo hermenéutico con la tradición viva de la Iglesia y con el magisterio. Estos supuestos del método teológico no resuelven ciertamente el problema de una teología bíblica, sino que más bien lo plantean. Deseo recordar aquí a este respecto sólo tres puntos problemáticos.
Ante todo el problema de la unidad histórica y teológica, pues el canon es un dato de fe, no una delimitación de libros, resultado de una crítica histórica. La unidad de la teología bíblica desde que se comenzó a aplicar el método histórico-crítico se ha convertido en un problema, pues se ha considerado el AT y el NT como dos entidades históricas separadas, ligadas entre sí por la literatura del judaísmo tardío y la apócrifa. Por eso, desde que se comenzó a aplicar el método histórico, se dividió la teología bíblica del AT de la del NT, división que continuó, como se ve también por este artículo. Si se pasa luego de la unidad histórica a la teológica, el problema se agudiza aún más, especialmente para el AT, y en parte también para el NT; y mucho más, por supuesto, para la unidad de los dos Testamentos. En realidad, las mejores teologías bíblicas presentan la comprensión crítica de la fe bíblica en términos de evolución o proceso histórico y teológico. Para superar esa dificultad se ha buscado un centro unitario del AT (p.ej., la alianza en la teología del AT de Eichrodt) y del NT (la persona de Jesús, la justificación mediante la fe...); se trata del problema conocido en el ambiente protestante como búsqueda del "centro del canon", un centro crítico que debería dar unidad al canon. A mi entender, el centro crítico de una teología crítica del AT no puede ser más que el NT, el cual apela explícita o implícitamente al AT. El círculo hermenéutico debe moverse, pues, del NT al AT. En el NT el centro es indudablemente la persona de Cristo en su condición divina y humana y en su existencia terrena y celestial.
El segundo problema es la relación entre historia y verdad trascendente a la historia, pero en ella presente. Mientras que la historia es objeto de la razón crítica, la verdad trascendente a la historia no puede ser más que objeto de la fe, aunque no es una realidad abstracta, sino de experiencia y de vida: la existencia y la vida nueva en Cristo.


Finalmente, para la interpretación teológica de la Biblia es fundamental el círculo hermenéutico entre Biblia y tradición viva. La tradición que transmite y narra la historia sagrada, la palabra de los profetas, las sentencias y las oraciones de los sabios, la palabra de Jesús y a Jesús-Palabra, al mismo tiempo la interpreta y la reinterpreta continuamente dentro de un proceso histórico-hermenéutico que, desde que la Biblia es "canon", tiene en ella su punto de referencia seguro. Luego la tradición interpretadora continúa también hoy. Además del círculo hermenéutico entre la Biblia, la tradición y el hoy, hay otro que es muy apreciado por algunos autores recientes (B.S. Childs): el círculo hermenéutico entre el canon como Escritura y cada uno de los libros en él contenidos. El contexto más general cn el que habría que interpretar cada uno de los libros de la Escritura sería justamente el del canon.

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